domingo, 7 de julio de 2013

Una vista al pasado y al presente de La 40


La 40 era una cárcel donde encerraban a las personas que se oponían al régimen trujillista y eran torturados por el hermano del dictador José Arismendy Trujillo Molina (Petán).

Durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina, este no permitía que las personas se trasladaran de los campos a Santo Domingo, por lo que cuando Trujillo murió la gente se sintió en libertad para moverse de un lugar a otro, y tal es el caso de que muchas personas de clase muy pobre invadieron el lugar donde operaba La 40 para hacer sus casas.

Según los que estuvieron presos en La 40, en esta había una silla eléctrica, la cual tenía forrados los brazos, el asiento y la espalda con hoja de cobre, le ponían correas en los brazos y los pies para atarlos a ella y la conectaban a un dispositivo que aumentaba el voltaje. Otros métodos de tortura era el látigo, estaba hecho con un estirado miembro viril de toro lleno de alambres en la punta, también estaba la picana, que era un bastón eléctrico que tenía un tubo metálico, con el cual le daban corriente en los testículos a las personas que eran sometida a algún tipo de interrogatorio, además se efectuaban otros métodos de tortura.

Cuando la OEA le anunció a Balaguer que vendría, ordenó la completa destrucción de la 40 para borrar las huellas de ese centro de crueldad. Hoy en día en ese lugar se encuentra el colegio e iglesia San Pablo de Cristo Rey.

Según el Censo Nacional de Población y Vivienda de 2006, La 40 del sector de Cristo Rey cuenta con 23 mil habitantes, de los cuales 9,538 son hombres y 13,462 son mujeres.

En la actualidad la ocupación laboral de los moradores de La 40 es diversa, desde chiriperos, obreros, hasta técnicos y profesionales.

El sector posee la escuela Luís Manuel Caraballo, fundada en el 1978. Esta presenta ocho aulas, una dirección, una subdirección y tres baños.

Dentro de los principales centros que podemos encontrar en Cristo Rey están las clínicas  Peguero, Cruz Jiminián y Santo Socorro, estas instituciones además le dan servicios a todos los subbarrios cercanos.

Uno de los mayores problemas de La 40 es la falta de iluminación de sus calles ya que son peligrosas para la ciudadanía por la fuerte delincuencia que hay en el lugar.

Una de las transeúntes que pasaba por el lugar Sandra Vásquez dijo que “no me siento con mucha confianza pasando por este sitio porque cuando menos se espera se puede presentar cualquier situación”.

En esta comunidad se puede observar desde que se entra, la gran corrupción que hay así como los diferentes tipos de bandas que existen, las cuales se enfrentan por diversas razones, como el de obtener un espacio para establecer su grupo.


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